Este artículo sirve para subrayar la importancia y la necesidad de actualizar las traducciones. Con el pasar de los años, los libros, los que se leen en el idioma en que fueron escritos, consiguen una cierta ‘inmortalidad’. Tenemos que considerar que esto no pasa si hablamos de una traducción, aunque esa sea excelente.
Sobre el hecho de que un texto literario nazca en un tiempo preciso y que logre esa unicidad, Borges menciona que el Quijote no habría podido ser escrito de manera diferente:
La precavida frase común de releer a los clásicos resulta de inocente veracidad. Ya no sé si el informe: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, es bueno para una divinidad, imparcial; sé únicamente que toda modificación es sacrílega y que no puedo concebir otra iniciación del Quijote.
No es un caso aislado que esta reflexión de Borges está contenida dentro de un ensayo sobre las diferentes versiones homéricas donde también aprecia la parte que tienen en común el trabajo del escritor y el del traductor, la variación; este factor consiste en modificaciones hechas antes de la versión final de un texto literario en el caso del escritor y en las nuevas traducciones en el otro caso. Además, Borges intuye dos elementos clave que un traductor siempre tiene que considerar y afirma:
Esa riqueza heterogénea y hasta contradictoria no es principalmente imputable a la evolución del inglés o a la mera longitud del original o a los desvíos o diversa capacidad de los traductores, sino a esta circunstancia, que debe ser privativa de Homero: la dificultad categórica de saber lo que pertenece al poeta y lo que pertenece al lenguaje. A esa dificultad feliz debemos la posibilidad de tantas versiones, todas sinceras, genuinas y divergentes.
El tiempo modifica la literatura y la percepción que tenemos de ella, esto es cierto. Por eso, es posible aceptar que en un texto leído en lengua original pueda obtener diversos efectos: algunos pueden parecer construidos, otros áulicos y otros aun arcaicos. Con una traducción este concepto cambia radicalmente. Podemos imaginar que el objetivo de una traducción sea la fidelidad al original y entonces podremos obtener versiones distintas, algunas difíciles o que emplean un lenguaje tedioso o aburrido, otras más simples; es cierto que con el pasar del tiempo una traducción que calque demasiado el original puede ser criticada. Por supuesto estos problemas continúan siendo todavía centrales en el debate sobra la traducción.
¿Por qué una traducción con el pasar de los años pierde su sentido?
Las circunstancias determinan una traducción. Hay dos factores importantes sobre los cuales quiero centrar mi búsqueda: uno de carácter histórico y el otro de carácter léxico. Estos son de los elementos más problemáticos para un traductor.
Tenemos que considerar por otro lado que estos son problemas inherentes. Respecto a la cuestión histórica no podemos comprender perfectamente los problemas relacionados con nuestro presente en cuanto lo vivimos y tenemos una barrera de subjetividad; pero podemos volver la mirada al pasado y ver lo que ha ocurrido. Sobre la cuestión léxica tenemos solo un matiz de la evolución del lenguaje actual y solo podemos especular sobre el futuro de un idioma.
Una cuestión histórica
Cuando hablamos de historia y de barreras para el contexto literario, uno de los primeros obstáculos que nos pasa por la mente es sin duda la censura. Esta forma de opresión está también presente en la traducción.
En su artículo, La traducción al gallego y la censura franquista, Xosé Manuel Dasilva nos informa de varias instancias mediante las cuales la dictadura produjo muchas de estas barreras y afirma:
Otra derivación dañina consistió en la difusión, más de cuatro décadas después de la muerte de Franco, de diversos textos literarios, muchos de categoría canónica en el cuadro de las letras gallegas, lastimosamente deturpados debido a imposiciones decretadas en su momento por la censura.
Entre los muchos casos que trae a favor de su tesis, Dasilva cita varias ediciones que tuvieron sus dificultades en aquel periodo como por ejemplo Obra completa de Ramón Cabanillas que fue vetado y no pudo salir a la luz en Galicia a finales de los años 50; la obra teatral Don Hamlet de Cunqueiro, que fue proscrita cuando el año de su publicación se deseó trasladarla a los escenarios; y por fin una traducción al gallego de Da esencia da verdade (Vom Wesen der Wahrheit) de Martin Heidegger que después de cuatro años conseguío ser publicada.
En Italia también hay casos de traducciones manipuladas bajo una dictadura. Durante el fascismo no eran toleradas alusiones al comunismo, al pacifismo, a suicidios o abortos, escenas eróticas o incestos y declaraciones contra el gobierno o sus aleados y contra la moral católica. No nos sorprende entonces descubrir que en la traducción del 1935 de Murder on the Orient Express (Asesinato en el Orient Express) de Agatha Christie, hecha por Alfredo Pitta, no solo hay una italianización de los nombres y la eliminación de algunos diálogos o descripciones, sino también el cambio de nacionalidad de dos personajes y la cancelación de un suicidio. Distinto el caso de God’s Little Acre (La parcela de Dios) de Erskine Caldwell, traducida por Elio Vittorini, en 1940 donde la parcialidad de la censura pretendía celar intentos subversivos; el propósito fracasó dado que el ministerio fascista prohibió la difusión del mismo.
En estos años el trabajo consistía más en hacer el censor que el traductor; el principio ético no escrito de un traductor de ser cuanto más fiel al texto original era manipulado o no existía. Leer estas versiones puede ser útil para hacer un análisis de la manipulación política o cultural en un determinado periodo histórico, pero no refleja el trabajo original de los escritores. En estos casos la necesidad de una actualización es evidente.
Una cuestión léxica
En su artículo sobre La problemática del cambio semántico como sistema de valores, Jiménez Ruiz toca también la cuestión relativa a la evolución del lenguaje y dice:
[…]tal y como reconociera hace ya años F. Restrepo la palabra no es una entidad estable, es la unidad lingüística por excelencia que recoge de manera certera la visión de cada sociedad y las presiones que recibe la misma, en un proceso de tensión dialéctica que la lleva a evolucionar variando su significado a lo largo del transcurso del tiempo.
Después el autor analiza el tema mirando la conexión entre sociedad y lingüística. Cualquier idioma, a menos que no sea completamente aislado, es dúctil, incluso fluido; se adapta a su sociedad y a sus utilizadores como sus utilizadores se adaptan a ello. Tiene sentido asumir que la personas que vivían unos 50 años antes hablaban y leían de manera distinta de los que están viviendo hoy. Siempre Jiménez Ruiz sigue elaborando el tema bajo un perfil lingüístico y cultural:
De hecho, existe una relación entre lengua y cultura, más que de causalidad, dinámica, en la que el individuo tiene un papel muy importante en el cambio semántico, pero pasando antes por la aprobación histórica de la sociedad[…]
Entonces el trabajo de los traductores se convierte en una necesidad de adecuarse a los tiempos y a sus métodos de hablar; tienen que captar las pequeñas variaciones de este lenguaje tan maleable y adaptar sus traducciones a este cambio. Además, tenemos que considerar que un traductor tiene que enfrentarse a todos los obstáculos léxicales presentes al pasar de un idioma otro, como por ejemplo los arcaísmos, los neologismos, las figuras retóricas, etc.
En este caso la verdadera necesidad puede parecer menos evidente aunque todavia tenga su importancia.
¿Habrá una traducción que se adapte a cualquier época en que sea leída?
[…]la traducción ni siquiera pertenece al mismo género literario que lo traducido. Convendría recalcar esto y afirmar que la traducción es un género literario aparte, distinto de los demás, con sus normas y finalidades propias.
Esto es un punto que las palabras de Ortega y Gasset subrayan en Miseria y esplendor de la traducción con el que también enfatiza la imposibilidad de hacer lo que se puede definir una buena traducción; con este trabajo el ensayista ya empieza su investigación sobre la esencia de las palabras. El enfoque del discurso sigue siendo que una traducción no tiene que ser una copia del texto original sino un nuevo producto. De este ensayo Francisco José Martín trae un artículo que, hablando de esta teoría, enfatiza aún más:
él[Ortega] no afirma que la traducción sea una utopía, sino que es una actividad que se efectúa dentro de un horizonte utópico. La aproximación puede ser mayor o menor, y esto proyecta esta actividad hasta el infinito, lo que confiere que la traducción siempre sea susceptible de perfeccionamiento y mejora.
No tenemos que imaginar la mejora que acabamos de citar como un único momento donde el traductor hace una labor limae para desarrollar una versión final; esto representa solo una parte de la historia general de la traducción de aquel texto.
Una idea interesante que podríamos plantear sería la de una traducción compuesta de todas aquellas pasadas, presentes y futuras, y que en su conjunto nos permitiría entender mejor, pero no del todo, el trabajo original del escritor.
En mi opinión no hay traducciones perfectas, solo hay traducciones que se adaptan a ciertos contextos o ciertos tiempos históricos. Según lo que he dicho antes, el propósito de cada traductor será escribir la mejor traducción enfocada a la sociedad en la que vive.
Bibliografía
Borges J. L., Las versiones homéricas (Discusión), en Obras completas, Buenos Aires: Emecé Editores 1974, pp. 239.
Dasilva X. M., “La traduccion al gallego y la censura franquista” en Quaderns. Revista de Traducció 20, Universidade de Vigo, 2013, pp. 17-29.
Jiménez Ruiz J. L., “La Problemática del cambio semántco en la lengua como sistema de valores: aproximación epistemológica”, en Estudios de lingüística E. L. U. A., Universidad de Alicante, 1996, pp. 177-197.
Martín F. J., “La teoria de la traducción en Ortega”, en Scrittura e riscrittura. Traduzioni, refundiciones, parodie e plagi: Atti del Convegno di Roma [Associazione Ispanisti Italiani], 1995, pp. 241-254.
Ortega y Gasset J., “Esplendor y miseria de la traducción”, en Obras completas, Vol 5, Madrid: Alianza Editorial, 1983, pp.431-452.